Cuando pensamos en la noción de «poder», tal vez nos venga a la mente la fuerza física o la fortaleza mental. Aunque Dios sin duda desea que experimentemos salud física y lucidez mental, Él también desea que experimentemos su poder sobrenatural.
En la Biblia, está claro que nuestro Dios, revelado a través del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es poderoso. Él creó el mundo y sostiene el universo con el gran poder de su Palabra (Hebreos 1:3). El Señor desplegó su poder ante de su pueblo de muchas maneras en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, la vida y las obras de Jesús revelaron su poder sobre la enfermedad, sobre las fuerzas espirituales e incluso sobre el sepulcro. Después de la resurrección de Jesús, Dios envió al Espíritu Santo para que pudiéramos tener el poder para hacer las obras del reino hoy (Hechos 1:8). Sin duda, ¡el Señor es poderoso! ¿Pero cómo experimentamos tú y yo su poder? Ésa es la pregunta que examinaremos en este volumen.