Después del Diluvio, Noé y su familia repoblaron la tierra. Uno de los descendientes de Noé (a través de su hijo Sem) fue Abraham. Dios prometió hacer de Abraham el patriarca de las naciones. A través de él todos los pueblos de la tierra serían bendecidos. Abraham recibió las grandes bendiciones de Dios, como también las recibimos nosotros, a través del gran sacrificio de la obediencia. Abraham tuvo que dejar su casa, gran parte de su familia, y su cultura. Más tarde, tuvo que confiar que Dios le daría un hijo en su vejez. El sacrificio más difícil que Dios requirió de él también fue el más grande, pero Abraham pasó la prueba con excelencia.