La Obra que la Palabra de Dios hace en Nosotros y a Través de Nosotros
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Con los astronómicos niveles que ha alcanzado el analfabetismo bíblico, Mike Burnette pregunta: «¿Estamos recuperando nuestra responsabilidad de interpretar correctamente la Palabra de Dios?”
Drew y Marina son una asombrosa pareja joven, y se comunicaron conmigo para tener una reunión poco después de su compromiso. Supuse que ellos querían empezar su consejería prematrimonial y los preparativos para su boda. En esa primera reunión, ambos respiraron profundo, y, con emoción y ansiedad, me preguntaron si los podía casar el domingo siguiente. Se habían comprometido hace poco, y la fecha inicial para su boda era para mucho más adelante ese mismo año. Sin embargo, algo despertó en ellos un sentido de urgencia para adelantar su casamiento.
Mientras continuamos con nuestra charla, Drew y Marina compartieron cómo se conocieron, cuánto tiempo habían estado juntos, y me contaron la historia de su compromiso. Luego, hablamos de la decisión repentina de casarse. Estaban perdidamente enamorados, y decidieron vivir juntos antes de casarse. Sus familias les dijeron a Drew y Marina que no lo hicieran, pero no insistieron mucho reconociendo que la mayoría de parejas jóvenes viven juntas antes de casarse, aunque sí sentían que eso es malo.
Les pregunté qué fue lo que motivó la decisión repentina de casarse. De inmediato hablaron sobre la Biblia. Al oír la predicación de la Biblia en la iglesia LifePoint, y al leerla en su tiempo de estudio juntos, Dios les había redargüido de pecado. Ahora estaban luchando con su deseo de honrar al Señor y su Palabra. Hablamos del plan de Dios para el matrimonio y las relaciones sexuales en el contexto del matrimonio, y hablamos de la exhortación del apóstol Pablo en 1 Corintios 7:9, que es mejor casarse que quemarse de pasión incontrolada.
Fue así que, días después, frente a un auditorio repleto al final de nuestro último servicio, yo invité a Drew y a Marina a la plataforma, y todos nos emocionamos hasta las lágrimas y aplaudimos al Señor mientras esta joven pareja se casaba delante de su iglesia. La hermosa boda de Drew y Marina fue un testimonio poderoso de lo que es «leer la Biblia y hacer lo que dice».
¿Qué sucedería si nuestras iglesias estuvieran tan llenas de la Palabra de Dios que la gente transformara completamente su vida (su presupuesto, su administración del tiempo, sus relaciones, sus afectos) para obedecer sus principios? ¿Qué sucedería si, en vez de meramente decir que la Biblia es nuestra autoridad de fe (qué creemos) y conducta (cómo vivimos), aplicáramos esa declaración a cada detalle de nuestra vida? ¿Qué sucedería si, como pentecostales, buscáramos con fervor la plenitud de ambos: la Palabra y el Espíritu Santo? Apoyo por completo nuestro compromiso con la teología del Espíritu Santo, y añado que estar llenos del Espíritu Santo y llenos de la Palabra de Dios son mutuamente beneficiosos.
Palabras por las cuales vivir
El apóstol Pablo instruyó a Timoteo acerca del valor de la Escritura en la vida de los creyentes. En 2 Timoteo 3:16,17, Pablo escribió: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra».
En 2 Timoteo 4:2, Pablo dice: «…predica la palabra de Dios. Mantente preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza».
Como ministros de las Asambleas de Dios, creemos que la Biblia es inspirada por Dios. Aceptamos que la Escritura es la regla infalible e inapelable de fe (qué creemos) y conducta (cómo vivimos). Si bien tenemos un testimonio poderoso de la obra del Espíritu en nuestra vida y en nuestro ministerio, también creemos que Dios nos da la Biblia para enseñar, instruir, corregir y capacitar a las personas para que vivan piadosamente. Sabemos cómo buscar activamente la presencia y la obra del Espíritu Santo en nuestras iglesias y nuestros ministerios. Creo que, del mismo modo, debemos dar prioridad a la predicación y el ministerio centrados en la Biblia en nuestras iglesias, y discipular a la gente para que viva de acuerdo a la Palabra de Dios.
Yo recibí a Cristo como mi Salvador en Halloween de 1997 y empecé a asistir a una iglesia pentecostal el domingo siguiente. Como cristiano recién convertido, tuve el privilegio de aprender de una pareja de pastores que valoraba mucho la Biblia como la principal regla de la fe y la práctica. Los pastores principales, Barry y Ann Burns, eran (y todavía son) excelentes maestros de la Biblia, que prestaban mucha atención a la exégesis de la Escritura, y predicaban de una manera que instaba a los oyentes a un cambio de vida y a la obediencia a Cristo.
El pastor Greg Harper, mi pastor de jóvenes, me discipuló y orientó cuando era un cristiano joven, y me impulsó de continuo a ser un estudiante de la Palabra. Me enseñó a tener un devocional diario, y me dijo que nuestro manual de vida es lo que está en la Biblia. Recuerdo haberle pedido una especie de folleto, o lista de posibles temas. Cada vez insistía que fuera a la Biblia y me enseñó el lema: «Lee la Biblia y haz lo que dice».
Agradezco al Señor por el firme fundamento bíblico que recibí en mis años de formación cristiana. El enfoque en la Biblia continuó bajo el pastor Barry Culberson, el primer pastor que me contrató en Knoxville, Tennessee. También es un maravilloso predicador y maestro de la Biblia, que impulsa a las personas a confiar en las promesas de la Palabra, a vivir una vida de obediencia, y a escudriñar las Escrituras para saber cómo vivir y creer.
Comparto este trasfondo porque el enfoque en la Biblia ha sido un instrumento fundamental en mi formación espiritual, y todavía lo es en la iglesia de la que soy pastor ahora. Creemos que la Biblia es verdadera y poderosa, que es la regla infalible de fe y conducta, y alentamos a nuestros hermanos en la fe a centrarse en ella. Hemos adoptado el lema del pastor Greg en la iglesia Life Point y lo usamos con frecuencia: «Lee tu Biblia y haz lo que dice».
La epidemia del analfabetismo bíblico
Actualmente, estoy en mi tercer año de estudios de doctorado en el Seminario Teológico Asbury, enfocándome en la predicación y el liderazgo pastoral. Como parte de este currículo, escribiré mi disertación acerca del valor y los beneficios de la predicación expositiva a través de libros enteros de la Biblia. Espero poder explorar la práctica de la predicación expositiva de libros como medio significativo para discipular en general a la iglesia, fomentar en nuestros miembros una vida centrada en la Biblia y un amor más profundo por Jesús y su voluntad, y como medio principal para ayudar a nuestra gente a comprender las metanarrativas de la historia redentora de toda la Biblia.
Quiero indicar que el conflicto principal en la iglesia no surge por los desacuerdos en torno a los estilos, ni por la brecha de edad o de género, ni tampoco por cómo abordamos ciertos énfasis teológicos. Me parece que nuestro problema principal es que la mayoría de los cristianos no lee la Biblia, no la recuerda, no la memoriza y no vive de acuerdo a ella. La epidemia en nuestras iglesia es el analfabetismo bíblico. Todos los demás problemas surgen de ahí. La mala teología, las malas prácticas, el estilo de vida no bíblico, el racismo, el sexismo y demás son el resultado natural de la ignorancia bíblica. La gente no se registrará por algo que desconoce.
La Iglesia debe recuperar su responsabilidad de predicar, enseñar, escudriñar e interpretar correctamente la Palabra de Dios. Tal vez pienses que esto ya está sucediendo, pero conocemos a líderes de la iglesia que de vez en cuando citan un texto bíblico mientras predican sobre un tema de actualidad y dan mensajes de autoayuda que fomentan el consejo humano más que la Palabra de Dios. No estoy a favor de condenar a estos compañeros predicadores, pero sí creo que como pastores y predicadores tenemos una responsabilidad profética mayor que solo dar sugerencias de cómo tener «una mejor vida ahora mismo». Creo que el púlpito demanda un testimonio profético más poderoso.
Algunos han llamado a la iglesia local la esperanza del mundo. Efesios 3:10 nos dice: «El propósito de Dios con todo esto fue utilizar a la iglesia para mostrar la amplia variedad de su sabiduría a todos los gobernantes y autoridades invisibles que están en los lugares celestiales». Nuestro trabajo como predicadores es exponer el poder de Dios y su voluntad a través de la perspectiva de la Palabra para cambiar el mundo, por el cual Él envió a su Hijo para nuestra salvación.
Espero persuadir a los líderes para que prediquen sermones bíblicos más sólidos, en especial para que prediquen de manera exegética (o expositiva), y más aun, una predicación expositiva de libros enteros de la Biblia como un medio de transformar las iglesias locales. Como ministros, deberíamos tener una convicción personal sobre la verdad de la Biblia. Debemos seguir esa convicción con la predicación de la Palabra, porque es lo suficientemente veraz para transformar al pueblo que Dios nos dio para pastorear.
Los predicadores marcan el rumbo
Debemos marcar el rumbo de nuestras congregaciones con convicción respecto a la Biblia y comprometidos con ella. Predicamos y ministramos a partir del desbordamiento des lo que Dios está haciendo en nuestra vida personal y privada. Por esa razón, primero debemos tener una vida devocional activa con la Biblia. En la medida en que crezcamos en nuestra comprensión de la Palabra y nuestro compromiso con la Escritura, estaremos más capacitados para enseñar, instruir, reprender y exhortar a partir de la Palabra de Dios.
Si eres el comunicador principal en tu iglesia, la mejor manera de establecer la visión de Dios para tu ministerio es a partir de la Palabra de Dios. De hecho, nuestra misión proviene de la Palabra de Dios. Debemos ser gente que refleje la misión de Dios (la Gran Comisión de alcanzar a quienes están lejos de Dios). Siempre sé un estudioso de la Biblia. Lee más comentarios, más libros sobre la predicación, y escucha a los grandes predicadores para continuar desarrollándote como ministro de la Palabra de Dios.
La iglesia debe recuperar su responsabilidad de interpretar correctamente la Palabra de Dios.
A medida que la Biblia nos enriquezca, nos inspirará en nuestra misión. También llegará a ser el fundamento para la predicación visionaria y profética. La misión de Cristo prevalece cuando crecemos como estudiosos de la Palabra.
Doug Oss, ex profesor de teología bíblica e interpretación del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri, enseñó a sus alumnos que la predicación es liderazgo. Es decir, el púlpito es el lugar principal de liderazgo en la iglesia local.
Podemos guiar mejor a nuestras iglesias cuando crecemos en el conocimiento de la Palabra. Profundizar nuestro amor por la Palabra de Dios hace que nos perfeccionemos cuando impartimos la visión, predicamos teología y exponemos el corazón y la voluntad de Dios para nuestras iglesias.
¿Por qué predicar libros de la Biblia?
Continuamente quedo maravillado ante dos resultados cuando predico una serie de sermones de libros enteros de la Biblia.
Lo primero, es que siempre veo crecimiento numérico cuando predico series largas a través de libros. La primera vez que observé esto, fue en una serie de veinte semanas a través de la epístola a los Hebreos. La prediqué durante un verano, pensando que el verano es un momento ideal para predicar todo un libro porque es un tiempo cuando se paraliza el crecimiento y hay estancamiento numérico. Lo consideré un tiempo para capacitar a la gente de casa y prepararla para el crecimiento en el otoño. Para mi sorpresa, la iglesia creció durante todo el verano y las personas invitaron con entusiasmo a sus amigos a esta serie.
Lo segundo, es que veo crecimiento espiritual. Más y más personas traen sus Biblias y computadoras portátiles para tomar notas. Hay un deseo evidente de conocer el significado más profundo de un libro entero de la Biblia, y de recordar la enseñanza. Para muchas de las personas, hay experiencias reveladoras constantes. Sin lugar a duda, cada semana oigo a alguien responder con alguna variación de la frase: «No sabía que la Biblia decía eso».
Esa chispa se enciende cuando la Palabra cobra vida en el corazón y la mente de las personas. El escritor a los Hebreos lo describe bien: «Pues la palabra de Dios es viva y poderosa» (Hebreos 4:12).
Esos son solo dos de los grandes motivos por los que debemos predicar libros enteros. De hecho, esos son resultados reales de predicar libros de la Biblia. Además, así es cómo ayudamos a la gente a aprender a estudiar la Biblia. Ese tipo de predicación destaca el valor de la Biblia, haciéndola el componente central de un sermón, y no un tema o una idea general.
Además, cuando predicas libros enteros, revelas diversos aspectos del corazón de Dios en relación con nosotros. Empiezas en el marco de un lugar específico en la Biblia. Muestras lo que Dios quiso hacer en una escena de la historia, con ciertas personas y de maneras específicas. Al tomar distancia para tener una perspectiva más amplia, comienzas a revelar lo que es verdad acerca de Dios para todos los tiempos, en base a las verdades en el pasaje que son consecuentes con su naturaleza. Si tomas aun más distancia, resulta evidente cómo cada pieza del rompecabezas encaja en el gran esquema de la obra de Dios en su historia redentora, cuando todos los aspectos confluyen en una homilía que encaja en el tiempo y espacio concreto de la audiencia que escucha.
La predicación de la Biblia se orienta a sí misma
A menudo, la tendencia en la predicación es crear un programa que siga ciertos temas cada mes en base a lo que sucede en ese momento del año, por ejemplo, las relaciones personales en febrero, una serie de vuelta al colegio en el otoño, la visión a principios de año, entre otros. Aunque las breves series temáticas son apropiadas un par de veces a lo largo del año, nuestra gente muere de hambre por conocer la Palabra de Dios. Sin ella, las vidas se alejan de la voluntad de Dios. Las series temáticas breves proveen un vendaje pequeño sobre una herida supurante que se debe a un problema más profundo: la gente no conoce la Palabra de Dios.
Al predicar libros enteros o pasajes más extensos de la Escritura, el texto mismo dicta el rumbo que debe seguir la serie, y siempre encaja de tal manera que habla justo lo que el Señor tiene para su iglesia. En enero de 2016, comencé una larga serie a través del evangelio de Juan. Sabía que tardaría entre 75 y 80 semanas. Planeé la serie lo mejor que pude, yendo pasaje por pasaje a través de todo el evangelio.
Fue interesante ver lo bien que encajó la Palabra de Dios en lo que estaba sucediendo en nuestra cultura, en las épocas del año y demás. De hecho, la Pascua de 2016 fue el domingo que prediqué el relato de Juan 5, cuando Jesús se acerca al hombre en el estanque de Betesda, y le pregunta si quiere ser sanado y lo llama a «levantarse» y recibir su sanidad (versículo 8).
Ese domingo, prediqué a una iglesia repleta: «Aunque hoy no estés buscando a Jesús, ¡Jesús está aquí buscándote a ti! Él está aquí para preguntarte si quieres tener vida eterna, sanidad eterna. Si tienes una necesidad, como este hombre que dependía de otras personas para recibir su sanidad, Jesús mismo está aquí para darte vida eterna. Jesús te está llamando a que te levantes y andes con Él de hoy en adelante».
Qué mensaje genial para el domingo de resurrección: «¡Levántate!». Mucha gente respondió a la invitación a aceptar a Cristo, que sucedió «por coincidencia» ese domingo que llegamos a Juan 5.
Curiosamente, después de un año de predicar sobre el libro de Juan, empezamos 2017 en Juan 14, y pasamos los tres primeros meses del año analizando Juan 14 al 17. El tema más contundente de esos cuatro capítulos es el llamado a «seguir» a Jesús para asemejarnos a Él e identificarnos con su Palabra y su Espíritu. Esos pocos capítulos nos hablaron tan bien a nosotros como iglesia, dado que estábamos por mudarnos a un nuevo edificio. De hecho, para la Pascua de 2017, «sucedió» que llegamos a los capítulos 19 y 20, en los cuales Juan relata la historia de la pasión.
Esto me hace pensar que la Palabra de Dios puede dirigirnos, probablemente mejor que nuestros propios bosquejos, nuestros retiros para escribir sermones o nuestras ideas ingeniosas de planificación. No tengo la intención de hablar en contra de esas cosas, pero prefiero la predicación de la Biblia. Dado que el analfabetismo bíblico se ha difundido tan ampliamente, tratemos de no pasar nuestros preciosos momentos de predicación con temas que solo harán que la gente se sienta mejor o crea que está mejor. Sometámonos a la autoridad de la Palabra de Dios y que ella sea la prioridad en nuestra predicación.
Su Palabra nunca falla
Si vamos a ser parte de la Gran Comisión de Jesús de hacer discípulos (aprendices y seguidores de Jesús), debemos comprometernos a proclamar la Palabra de Dios con denuedo. En Hechos 2, vemos cómo los primeros cristianos se dedicaban a la oración, a la comunión, a la generosidad, a compartir los alimentos y a la enseñanza de los apóstoles (los apóstoles comunicaban lo que Jesús les había enseñado, y esos mensajes llegaron a conocerse como las palabras de la Escritura).
Estoy convencido de que un mayor enfoque en la Escritura producirá más fruto del Espíritu y más milagros de la mano de Dios. Jesús dijo en Juan 15:7,8: «Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre».
Ésa fue una promesa para los doce discípulos, y también lo es para nuestras congregaciones, dado que sus integrantes son discípulos de Jesús. Presta atención otra vez a la promesa: si permanecemos y moramos en Cristo, y si la Palabra de Cristo permanece y mora en nosotros, Dios responderá a nuestras oraciones (la mano de Dios) y llevaremos mucho fruto (la evidencia de una vida llena del Espíritu). ¡Esta es la realidad de permanecer en Jesús y de que la Palabra more en nosotros! Crecemos a la imagen de Jesús. Oramos como Jesús. Reflejamos la obra y la naturaleza de Dios. Como resultado de morar en Cristo y de la Palabra que mora en nosotros, el pecado queda atrás en relación con el fruto del Espíritu, y nuestra vida glorifica a Dios.
Como líderes, tenemos un tiempo limitado con el pueblo de Dios, y creo que cada momento es precioso, incluso sagrado. Como promedio, pasamos de 40 a 50 minutos cada semana frente a la congregación. En vez de ser modernamente informales al contar un buen chiste, considera ese tiempo como una obligación sagrada que has recibido del Señor.
Predica la Palabra de Dios con denuedo, guía a la gente a rendirse por completo a la voluntad y a la Palabra de Dios. Estudia y prepárate, y aprovecha ese tiempo precioso para dar lo mejor de ti al comunicar la Palabra de Dios. Luego, observa cómo cobra vida y opera en la vida de las personas, sacándolas de la muerte a la vida, y guiándolas a una nueva vida en Jesús.
Este artículo apareció originalmente en la edición de junio y julio de la revista Influence.