La decadencia del comportamiento de la nación de Israel sumió al profeta Elías en una profunda tristeza. Se sentía completamente solo en su esfuerzo de que el corazón de cada israelita se volviera a Dios. En ese momento, Dios lo animó al revelarle que Eliseo sería su sucesor y ayudante por el resto de su vida terrenal. Al final de su vida Elías, bendijo a Eliseo con una doble porción de su espíritu. Eliseo siguió la línea profética de Elías; su misión fue llamar a Israel para que volviera a Dios y realizó milagros dondequiera que iba.